Cuando uno de los nuestros sufre alguna alergia o intolerancia alimentaria, no sólo basta con que eliminemos el alimento de su dieta, sino que hay que evitar la contaminación cruzada. ¿Qué significa esto? Si allá donde vamos a comer o si en casa cocinamos uno de estos productos prohibidos para el resto de la familia, hay que evitar que en el proceso la comida del alérgico o intolerante se vea afectada por la otra. Esto pasa cuando por ejemplo usamos los mismos intrumentos para cocinar. ¿Queréis saber cómo impedir a toda costa que esto pase?
Evitar la contaminación cruzada es bastante fácil, pero requiere ser minucioso y no despistarse. Si es cierto que en pequeña medida apenas causa malestar en un sujeto en algunos según el grado de la enfermedad puede generar una reacción diferente o sumarse al maldito y a veces oculto efecto por acumulación. Por eso hoy os vamos a dar unos consejos básicos para estar más que seguros de que no intoxicamos a nuestros queridos comensales.
-Una de las prevenciones más básicas es tener una sartén, un cazo y una espátula (mínimo) sólo para cocinar las comidas del alérgico/intolerante, al igual que tenemos una para carnes y pescados. También es buena idea tener platos y cubiertos para esta persona que sólo vayan a ser usados por ella
– Lavarse las manos después de manipular el alimento problemático y hacer lo mismo con las espátulas, espumaderas, pinzas, y otros utensilios cada vez que los usamos e incluso mientras cocinamos para evitar peligros ante despistes. También se aconseja elegir estos de metal, silicona o plástico, ya que al carecer de porosidades es más fácil eliminar los restos de comida de ellos.
– La higiene es fundamental, tanto si se trata de alimentos que dan alergia como si están en mal estado. No hay que olvidarse de las superficie de trabajo como encimeras y tablas de cortar y lo que se nos puede pasar por alto, las bayetas, trapos y estropajos: no sólo deben estar limpios y desinfectados, con buenos productos, sino bien aclarados con agua caliente. Si es posible se recomienda tener también un estropajo para los platos del enfermo o bien para limpiar los restos del alimento problemático. Lo mismo se puede aplicar a los recipientes y contenedores de este elemento tóxico.
-Tras cualquier lavado, igual de importante es secar las manos, objetos y zonas limpiadas, ya que la humedad es muy amiga de las bacterias.
– Guardar los alimentos peligrosos en envases herméticos en la nevera y ponerlos en las baldas inferiores para curarse en salud ante posibles goteos, tanto si estos están crudos como cocinados. Se recomienda en general, conservar así las carnes y pescados, al margen de que se envuelvan en film trasparente o en papel de aluminio.
– En el caso de acudir a un restaurante, un paciente con una enfermedad alimentaria debe siempre informarse de donde come. Lo puede hacer de forma previa, mediante la visita a las páginas de las asociaciones de intolerantes/ alérgicos, que normalmente tienen una sección amplia y colaborativa de establecimientos respetuosos y amigos o te dan datos sobre su carta o mediante algunas aplicaciones muy útiles, como la de Celicidad. Por supuesto una vez que entremos en un bar a comer también debemos preguntar sobre como se cocina el plato elegido(tanto el ingrediente principal como las guarniciones o acompañamiento) y, aunque sea una lata, advertir a los cocineros sobre el problema que se tiene para que sean cuidadoso. A la hora de elegir también, ante la duda, podemos ser simplemente cautos: si somos alérgicos al marisco, no pidamos pescado, ya que es probable que se cocine con las mismas herramientas.
-Para evitar otras contaminaciones/intoxicaciones mucho más comunes en verano se recomienda: comprar productos frescos y consumirlos rápido, elegir alimentos congelados, tener mucho cuidado con los alimentos crudos, especialmente, carnes, pescados y huevos. Hay que estar muy atentos e impedir que les dé calor y ante la duda es mejor tomarlos más cocinados especialmente los lácteos, el huevo y sus salsas derivadas.
Imagen| Carlos Porto