El amor ideal no es el romántico y de hecho es un ideal cultural. De hecho ese amor que se vende en la publicidad, en los libros, canciones y película es un amor basado en la química, en la utopía y es temporal. Teniendo tan cerca San valentín queremos recordaros que el mejor amor no es necesariamente este, que el amor que todo ser humano necesita es el afecto no sexual y que procede de nuestro entorno, sin embargo el amor de pareja no es nada más que una convención social en cuanto a imprescindible, eterno e inmutable. ¿Quieres saber qué proceso y qué química guía este amor?
Con todo esto no queremos decir que el amor romántico no sea bueno: todo lo contrario, de él podemos extraer momentos de satisfacción y gozo únicos y ser la base para crear una familia. No obstante, hay que puntualizar que se trate de un fenómeno idílico, necesario y vital, en definitiva, que nuestra felicidad no depende o debe depender de ello, tanto si hallamos a esa otra persona como si no.
El amor romántico tal y como se entiende actualmente es una combinación de tres elementos de acuerdo con la psicología: la pasión, la intimidad y el compromiso. Las feromonas que se produce cuando encontramos a la pareja deseada determina la excitación inicial que se produce al principio, pero que no dura para siempre. En ese momento de enamoramiento generamos dopamina que es la encargada de avisar al cerebro de la existencia del placer o una vez alcanzado, del deseo de volver a conseguirlo. Una imagen del ser amado activa áreas del cerebro y nos emociona, nos genera esa alegría incontrolable y nos hace enloquecer.
Tras el orgasmo se produce la oxitocina que nos proporciona bienestar y que ayuda a generar lazos más fuertes con la otra persona y a medida que esto se combina con el enamoramiento y la repetición con una misma pareja, la sensación aumenta. Esta sustancia y otras que le acompañan funcionan como una droga ya que generan adicción, lo que ayuda a que el sexo sea más frenético y adictivo al principio. Esta hormona, además, crea nuevas conexiones en nuestro cerebro y ‘sentimientos’ nuevos, cambia nuestras prioridades emocionales. (Decir que esta sustancia también se genera durante el parto y explica esa nueva conexión entre madre e hijo )
Los expertos determinan que estas sustancias dejan de ‘fabricarse’ en altas dosis a partir del tercer o cuarto año como mucho, en líneas generales. Además, cabe decir que resulta bastante imposible mantener esta etapa para siempre porque sería literalmente agotadora y e incluso nuestro instinto de supervivencia primario no lo contempla.
Es en ese momento cuando las otras dos partes de la relación se afianzan. La intimidad, que supone la cercanía, la compenetración, la empatía y afecto, se estabiliza y generan una unión más fuerte. Y con esto aparece una relación de compañerismo que sobrepasa también la del amor sexual y que es la que mantiene la sensación de compromiso. Cuando estas dos empiezan a superar a la pasión, mucha gente cree que el amor está en crisis, sin embargo, se trata de una evolución normal y una etapa en la que el trabajo de pareja pasa a otra etapa. Evidentemente cuando la atracción sexual desaparece por completo y, es más cuando se convierte en inapetencia, la relación tiene poco que hacer, esto es lo que se llama ‘amor vacío’ y es difícil de aguantar.
Por otro lado, mientras el interés se mantiene y el afecto es profundo, lo importante es cultivar la pasión, las conexiones químicas de nuestro cerebro pueden ser estimuladas mediante el juego, las fantasías, alimentos y nuevas dinámicas. Tampoco debemos olvidar que el amor romántico si puede durar si consideramos sus valores de la manera correcta, esto es, si entendemos que la atracción sexual eufórica sólo es una fase, pero que podemos revivirla mientras se mantenga un amor íntimo y comprometido fuerte y una parte de deseo.
Lo que aún no se ha descubierto de verdad es por qué nos enamoramos de una persona, por qué nos atrae una y no otra es todavía un misterio.
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