Dormir bien es una de las maneras de sentirse bien, tener buena salud y rendir eficazmente por el día tanto a nivel laboral y personal. Así que aunque podemos no sufrir de insomnio también hay que valorar la calidad de nuestro sueño, lo que también puede explicar nuestra energía matutina.
De este modo para dormir bien hay que prepararse para ello, porque hay maneras de mejorar nuestro descanso. A veces no conseguimos sumergirnos en un placentero sueño porque nosotros mismos nos ponemos obstáculos. Una de las cosas que se recomiendan es ir bajando progresivamente el nivel de actividad para que el cuerpo y la mente se relajen. Con empezar a aminorar 2 horas antes de ir a la cama es suficiente.
Por esta misma razón, es bueno cenar poco y unas horas antes de acostarse y evitar ciertos alimentos como picantes o grasos, además de los ricos en vitamina C, azúcares o hidratos de carbono. asimismo hay que dejar de utilizar ordenadores, tabletas, smartphones y, a ser posible, también no ver la televisión en ese lapso hacia la cama.
Por otro lado, una de las cosas que impiden e interrumpen nuestro descanso son las preocupaciones, razón por la que es importante saber desconectar o desviarse de esos pensamientos nocivos. Puede que ese estrés o ansiedad no nos impida conciliar el sueño, pero nos ataca con pesadillas o nos lleve a hacerlo tensos (lo que les pasa a quienes sufren bruxismo, por ejemplo).Es útil recurrir a imágenes positivas o tareas de concentración y meditación: algo tan simple como contar ovejas o visualizar objetivos (como posibles y alcanzables) ayuda. Leer antes de dormir es una de las acciones más comunes a los que las personas acuden para esperar a morfeo y es porque además de cultivarnos, entretenernos y evadirnos, nos tranquiliza y calma. (Evidentemente lo mejor es que trabajéis para aprender a manejar este problema de intranquilidad a largo plazo con terapia o coaching, ya que minará vuestra salud.)
Escuchar música y hacer ejercicios de respiración son algunas de las técnicas de relajación más sencillas que también podéis utilizar.
Bañarse o darse una ducha caliente también nos deja muy sosegado.
Vestid ropa cómoda y para ello no sólo es bueno usar prendas confortables sino que nos gusten: que nos parezcan bonitas en cierta medida favorece esa sensación.
El dormitorio debe tener una buena temperatura y las sabanas deben ser igualmente cómodas. Coloca cortinas que impidan el paso de la luz e intenta que no haya ruido mientras durmáis, ya que así se favorece que no os despertareis.
Hay que saber cuántas horas necesitamos para funcionar al 100%, no tienen porque ser concretamente 8 horas, pueden ser 6.7 ó 9 e intentar dormir esas horas sin más. Si un día no hemos podido dormir bien con acostarnos 1 ó 2 horas antes para recuperarnos es suficiente, pero nunca mucho más, ya que puede afectar al sueño del día siguiente, al igual que lo hace una siesta de más de 20 minutos o a media tarde.
La cama también es muy importante para pasar buena noche. Revisa tu colchón: cada 10 años es casi una obligación cambiarlo. No es lo mismo dormir en uno de muelles que en uno de latex o de viscolástica. Estos dos últimos son mejores porque se airean mejor, suelen llevar tratamientos antibacterias y antiacaros y adaptarse a las temperaturas y posturas de cada uno de los ocupantes. Sin embargo, si el peso que tiene que soportar la cama es grande, el de muelles es el tipo más apropiado.
Lo mismo sucede con las almohadas, que además tendrán una forma más óptima si se adapta a nuestra manera de dormir, es decir, no es lo mismo si se tiende a dormir boca arriba, boca abajo o de lado. Así que elegid en función de eso para descansar mejor.
¿Os acordáis de la última vez que tuvisteis un sueño reparador? ¿Qué cosas había diferente en vuestra noche para ello?
Imagen| Frame Angel
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