La toxoplasmosis es un infección causada por un parásito llamado ‘Toxoplasma gondii. Lo curioso de esta enfermedad es que en un sistema inmulógico normal no produce síntomas observables. De hecho podemos vivir con él sin saberlo y portarlo de forma latente toda la vida.
La presencia de este parásito se descubre a través de una sencilla prueba, normalmente un análisis de sangre, para observar anticuerpos que tiene lugar, en el caso de las mujeres, cuando se queda embarazada, y en el resto cuando, y son casos más agudos, se localizan quistes, o crecimiento de los ganglios o problemas del sistema nervioso importantes que pueden evidenciar su existencia. También se pueden realizar biopsias.
Se puede, como ya hemos dicho, en la mayoría de los casos tenerla sin notar absolutamente nada si estamos sanos. Es en el caso de las embarazadas cuando hay que tener más cuidado porque la toxoplasmosis más peligrosa es la congénita, aunque igualmente es muy reducida la posibilidad de contagio, de un 20%. No obstante, si la madre lo transmite las consecuencias pueden ser muy graves para el feto como son el retraso mental, enfermedades como la epilepsia o afecciones diversas cerebrales o pulmonares, de hecho si la mujer lo contrae durante el embarazo y lo pasa al feto durante el primer trimestre existe posibilidad de aborto.Una vez transmitido después de este periodo aunque se pueden desarrollar encefalitis o miocardítis, lo más común es que se genere una retinitis.
Ninguna de estas cosas es por supuesto deseable, por lo que mejor es la prevención.La toxoplasmosis se transmite a través de animales mamíferos (aunque muchos otros animales como los pájaros e insectos pueden ser contenedores perfectos) o bien de su carne cruda o de sus heces, donde el parásito se puede mantener mucho tiempo y quedarse en el suelo que tocan o en las manos que lo manipulan. En esto último hay que ser cuidadoso con las mascotas como los gatos, que son portadores muy comunes de este mal. Es decir que es mejor evitar tener uno en casa cuando se está esperando un bebé o bien que la futura mamá no se encargue de la limpieza de su cajón y que se mantenga una higiene casi obseiva de la zona donde esté el pobre animal (así como lavarse las manos debidamente).
Asímismo una mujer embarazada no debe comer carne que no esté bien cocinada, lo que incluye embutidos y ahumados, ni huevos crudos ni leche sin pasteurizar, así como no dejar de limpiarse las manos a conciencia después de tratar con esos mismos alimentos crudos así como vegetales sin cocinar.
Una vez contraída y en los casos de sistemas inmunes debilitados y embarazos, el médico prescribirá un tratamiento adecuado que bien puede consistir en medicamentos o en otras pruebas que pueden aislar el parásito en ciertas células. En el bebé se descarta con una amniocentesis o en la prueba del talón una vez nacido.
Imagen | Vichaya Kiatying-Angsulee
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