Llega el otoño y aunque no hace mucho frío el cambio de temperaturas a veces nos pillan por sorpresa, de ahí que aparezcan los primeros resfriados a traición. De hecho en otoño y primavera se cogen los peores constipados por inesperados. Por eso hoy os vamos a hablar de las formas más tontas de coger un resfriado o los errores más comunes que nos llevan a ello. La razón de esto no es hacernos mala sangre, sino evitar este malestar de forma muy sencilla.
- Llevarse las manos a la cara
El resfriado se contagia con contacto directo, pero no sólo viaja por el aire. Una de las mejores maneras de no contagiarse siempre es mejor no tocarse mucho la cara y lavarse las manos a menudo, ya que en ellas está toda la suciedad de todo lo que tocamos. Con ellas nos tocamos los ojos, nos tapamos o tocamos boca y nariz, así que en cierta medida todo lo que pasa por nuestras manos llega a nosotros tarde o temprano y ya imagináis que es una de las partes de nuestro cuerpo más expuestas.
Por otro lado, nunca uses la mano para tapar un estornudo o la tos, mejor usa un pañuelo desechable o incluso la manga. Si lo haces de la manera común, es probable que luego se te olvide y antes de lavarte las manos toques algo más, o aún peor, le des la mano a alguien.
- Salir con el pelo mojado o no secarse bien tras la ducha. El frío y el agua helada hace aflorar una enfermedad latente. De hecho ciertos estudio corroboran que meter los pies en un barreño de agua helada duplica las posibilidades de resfriarse
- Estar nervioso y estresarse: El estrés debilita nuestro sistema inmunológico, que no puede combatir el virus que se acerca a él y se deja infectar más fácilmente o simplemente tarda más en curarse. Lo mismo sucede si no descansas bien: el insomnio y el agotamiento dejan la puerta abierta a cualquier enfermedad.
- No ventilar bien las habitaciones. En general esto no produce el virus pero en casos en los que una de las personas ya está enferma, si mantenemos la casa calentita y no aireamos, el virus se mantiene en el aire y es más fácil que se trasmita a los demás.
- Llega el frío y vamos siempre a sitios cerrados. Cuanto más permanecemos en sitios llenos de gente sin ventilación crecen las posibilidades de contagio. De ahí que donde hay uno, luego hay varios. Es mejor para la salud salir a la calle y pasear o visitar sitios nuevos, ya que, además, el invierno también tiene su encanto.
- Automedicarnos.En ocasiones para curar algo sin recurrir a nuestro medico nos autorrecetamos y medicamos. Ciertos antibióticos pueden acabar con las bacterias que forman parte de nuestras defensas, lo que supone una de las razones para no tomarlos al azar. Por otro lado, el resfriado es un virus, no una bacteria, así que en ese caso un antibiótico no funciona.
- Fumar y beber. El alcohol y el tabaco no solo destruyen defensas en general, además agrava los síntomas: inflama la garganta, ensucia los pulmones y favorece las infecciones.
- Una dieta mala. Tras el verano parece que apetece menos comer fruta y verdura y comemos platos más grasos para entrar en calor. Sin embargo, aparte de calorías no hay que descuidar la ingesta de vitaminas, zinc y antioxidantes y otras sustancias beneficiosas para el sistema inmunológico que podemos encontrar en los alimentos.
Imagen| Ambro
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