Consejos
¿De verdad es sólo estrés?
Probablemente todos hemos planteado esta pregunta alguna vez al acudir a nuestro médico de cabecera ante una situación que nos desborda y que termina por afectar a nuestra salud y nuestro estado de ánimo.
El caso es que finalmente, hemos optado por solicitar cita en la sección de medicina familiar porque realmente nos encontramos mal y no sabemos exactamente cómo solucionarlo o a qué atenernos. Incluso puede ser que ni siquiera exista un tratamiento milagroso para lo que nos afecta…
Tal vez yo misma pueda funcionar de ejemplo como paciente… Esta mañana he salido disparada de mi domicilio con el último sorbo de café todavía en la garganta. Aún no me había sentado en el coche y ya estaba acelerando para girar la esquina y colarme en el carril contrario. En cuanto he llegado a mi lugar de trabajo, me he apresurado a personarme de las primeras en la segunda planta, subiendo los escalones de dos en dos. La jornada laboral ha transcurrido rauda y velozmente, aunque aún me faltan por lo menos veinte tareas por completar… Estoy inundada de papeles, el teléfono móvil no da tregua y no tengo ni idea de cuándo voy a terminar.
Son alrededor de las 3:50 de la tarde y un dolor de cabeza bastante considerable empieza a apoderarse de mi persona. Me siento lenta, poco productiva, no tengo excesiva emoción ahora mismo y no me apetece hacer nada. Sin embargo, la realidad apremia, pues todo lo que no finalice hoy se quedará acumulado, me bloqueará el fin de semana o me perseguirá hasta el lunes en el peor de los casos.
En definitiva, sigo trabajando sin más. Eso sí, luego tendré que hacer la compra para no terminar con la mejor estética de la nevera y nada más llegar a casa y colocarlo todo, tendré que tender; limpiar, planchar… Ah, tengo curso de saxofón antes… igual no me da tiempo a hacer la compra. Y también quiero ir al gimnasio, aunque sea media hora. Bueno, que me estoy entreteniendo y se me va el tiempo. No tengo tiempo ni para tener tiempo de decidir que haré…
El dolor de cabeza es ahora insoportable. Además, noto cierto malestar, algo de angustia, me siento débil, el estómago tampoco se está comportando muy bien y… tengo que ir al médico, más que nada porque esto me sucede a menudo…
No hay diagnóstico oculto ni misterio, ni siquiera un enigma que pueda tener a ningún facultativo en ascuas… ¿De verdad que es sólo estrés? Pues claro que sí y claro que no. Noto un vacío, me fallan las fuerzas y me siento extraña porque ¡no he comido! Se me ha pasado la mañana y casi la tarde sin guardar un ratito para “ingerir alimentos”. Lo que tengo es hambre, un hambre atroz…
Así son los estragos causados por el estrés, que nos lleva a olvidar que somos un espécimen de humano y no un organismo cibernético; de ahí su “gravedad”. Ahora bien, a veces conviene recordar que el mundo, hagamos lo que hagamos, sigue rodando…
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