Consejos
Curso más que intensivo para dejar de fumar
Infinidad de técnicas para dejar el hábito del tabaco circulan por el mundo interior de la mayoría de fumadores, aunque muchos de ellos continúan afirmando que la adicción puede más que la constancia. Evidentemente, todos presentan la misma sintomatología, basada principalmente en una necesidad febril de inspirar nicotina y una dependencia vital respecto a esa dosis clave de alquitrán dotada de filtro.
Sin embargo, tal vez el curso de salud que se sugerirá a continuación les pueda servir… De hecho, la idea consiste en detallar no sólo los pasos exactos a seguir, sino también las consecuencias esperadas con cada uno de ellos. Se trata de concienciación, práctica constante, capacidad para empatizar y contacto con la enfermedad en primera persona. Con semejante cóctel, se espera conseguir un mínimo motor para al menos llevar una vida saludable.
El fumador número 1 y el fumador número 2 se citan con el monitor de turno. El primer día de curso incluye una breve presentación, con el consiguiente planteamiento sobre los objetivos del mismo (más que evidentes, claro). En resumen, dejar de fumar para conseguir salud en estado puro.
La primera lección engloba una visita al Instituto Anatómico Forense y un paseo por el laboratorio anexo. En primer lugar, se trata de aspirar ese olor característico, aséptico, profundo, con capacidad para ocultar matices… Desde luego, las batas blancas generan ya cierta ansiedad, de hecho funcionan como apoyo vital en nuestro loable cometido, pero tal vez se necesite más. Dos pulmones imponentes nos vigilan desde el tarro de formol, oscuros, siniestros, raídos, prácticamente descompuestos. El fumador número 1 decide que la mejor opción es ausentarse para vomitar. Sin embargo, lo más probable es que esto no sea suficiente.
En la segunda lección, el especialista enumera los diversos problemas de salud que se relacionan con el consumo de tabaco, todo ello aderezado con estadísticas, casos clínicos y expectativas. El fumador número 2 parece ahora más aplacado, pero una vez más es probable que nos encontremos todavía a medio camino.
En la última lección, eminentemente práctica, nos hemos permitido la licencia de organizar una visita algo más personalizada con ambos fumadores. En una sesión normal, en un hospital cualquiera, a una hora indeterminada de la mañana y con la idea de que la propia realidad funcione como terapia, nuestros inscritos en el curso reciben una misión de voluntariado. Se dedicarán a acompañar en su rutina diaria en el centro a todos los enfermos que reciben un tratamiento contra los tan temidos tumores (tal vez los afectados de pulmón, por aquello de la afinidad). Posiblemente ambos crean que van a resultar de poca ayuda al enfermo, pero el enfermo si podrá ayudarles a ellos…
En definitiva, dejar de fumar puede ser una lección, una experiencia o un reto; y es que no sólo salud se consigue con ello; sino un aprendizaje que puede funcionar de guía incluso para un estilo de vida- Por tanto, por qué no, PROBEMOS…
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